Hace unos meses, investigadores de la UNED y la Universidad de Oxford adelantaban que los neandertales pasaron por la Península Ibérica miles de años antes de que llegaran los seres humanos modernos, por lo que no pudieron mantener contacto y,
si lo hicieron, ese encuentro tuvo que producirse en un pequeño reducto
cantábrico. Ahora, en efecto, los mismos científicos han confirmado uno
de esos lugares excepcionales. Las últimas dataciones realizadas en La
Güelga, una cavidad situada en los Picos de Europa (Asturias), revelan
que ambas especies convivieron en la zona hace 40.000 años
Los neandertales llegaron a lo que hoy es España hace más
de 128.000 años y desaparecieron hará unos 45.000, pero en el norte
perduraron más, lo que les permitió encontrarse con nosotros, que
llegamos hace 40.000 años. Tal y como preveía la comunidad científica,
la región cantábrica es uno de los escasos puntos peninsulares en los
que se produjo la coexistencia. Los científicos analizaron sedimentos
del yacimiento de La Güelga, que alberga una importante colección de
restos fósiles del Paleolítico medio y superior, hace entre unos 150.000
y 10.000 años. En concreto, trabajaron en la parte más alta del gran
abrigo rocoso y que constituye la entrada a la cueva.
Lo singular de los depósitos analizados es su distribución,
puesto que los científicos han detectado niveles con materiales
atribuidos al hombre anatómicamente moderno –con restos tecnológicos del
Auriñaciense– entre estratos con materiales producidos por
neandertales, con instrumentos del Musteriense y del Chatelperronense.
Los depósitos musterienses tienen entre 55.000 y 45.000 años de
antigüedad, mientras que los niveles superiores permanecen aún sin
datar.
Un «sándwich» paleolítico
«Sería una especie de sándwich en el que las rebanadas del
pan se corresponderían con los estratos de materiales usados por los
neandertales y el relleno lo formarían las capas con restos tecnológicos
realizados por los humanos modernos», explica Jesús F. Jordá,
investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED y
uno de los autores del estudio.
Un «sándwich» que, para el investigador, sería la prueba que confirma la coexistencia de ambas especies en la zona cantábrica.
«Los humanos modernos ocuparon durante un tiempo la misma cavidad que,
antes y después, fue habitada por grupos de neandertales», resume el
investigador.
Los científicos de la Universidad de Oxford han empleado el
procedimiento de ultrafiltración para eliminar la contaminación de los
restos antes de proceder a su datación por radiocarbono. Las dataciones
obtenidas proceden de huesos introducidos en la cueva por los grupos de
humanos que habitaron la cavidad en el Musteriense. «Se trata de
animales que tienen marcas inequívocas de haber sido manipulados y
consumidos por el hombre, como fracturas y marcas de corte», comenta
Jordá.
El investigador cree que es posible que existan otros
lugares en los que también se produjo la coexistencia, como la cueva de
El Esquilleu, en Cantabria, o incluso la de Antón, en Murcia, «pero esos
son más controvertidos y es necesario hacer más investigaciones para
confirmarlo».
En cuanto a la desaparición del Homo neanderthalensis, Jordá cree que tiene más que ver con una falta de adaptación al medio provocada por un cambio climático
que a la presión del ser humano moderno. «Puede que el Homo sapiens
explotara mejor el territorio y aprovechara más eficazmente los
recursos, lo que obligaría al otro grupo a limitarse a sitios más
recónditos y aislados, pero esa no sería la única causa. Lo que está
claro es que no hay restos de masacres ni matanzas», argumenta.
El estudio se publica en un libro editado por el Museo Neandertal de Mettmann
(Alemania) en homenaje a su director, el prestigioso arqueólogo alemán
Gerd Christian Weniger. Los científicos verificarán estos datos con
nuevas investigaciones.
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